
Nacho
la ardilla que se atrevió a volar
Nacho, la ardilla que se atrevió a volar es un cuento ilustrado que aborda con sensibilidad la migración y el reconocimiento de las emociones a través de la historia de una ardilla que se divierte volando por el bosque sobre la espalda de los padres de su mejor amigo, el águila Luca. Cuando llega el otoño Luca, su familia y las otras aves del bosque, deben partir hacia el sur para escapar del frío invierno y así, sin más, Nacho se queda sin su compañero de aventuras y con un montón de emociones desconocidas en la panza. En sus paseos por el bosque se consigue con otros animales que lo ayudan a ponerle nombre a lo que siente mientras espera ansioso la llegada de la primavera y con ella el regreso de Luca.
Nacho volaba porque lo hacía con Luca y sus papás, una familia de águilas que vivía también en el bosque. Los conocía desde que era muy chiquito y los quería tanto que los consideraba familia.
...miró hacia abajo y con mucho miedo se atrevió a saltar, como hacen todas las ardillas, hacia el otro árbol y así intentar alcanzarlos.
—¿Y es mala la tristeza?
—No, no es mala. Es muy normal que te sientas así.
—Entonces, ¿cómo puedo dejar de estar triste, mamá?
Palabras de la Autora,
Eileen Núñez Gómez

Nací en Venezuela y me sentí siempre muy cómoda entre libros y cuadernos. Leía como quien respira, y escribía como quien necesita hablar sin hacer ruido. Llenaba libretas con historias y con cartas para personas que ya no estaban, escribía para mí misma. Siempre escribí, pero nunca con la intención de que alguien me leyera. Era mi forma de viajar en el tiempo, de recordar, de sentirme cerca.
En el 2018 me mudé a Chile con mi esposo y nuestro hijo de cuatro años. Dejé muchas cosas atrás, pero, sobre todo, dejé a mi sobrino —el hijo de mi hermana fallecida— y con él, un pedazo de mi corazón. Sentía culpa por no poder llevarlo con nosotros. Cada videollamada estaba llena de “te extraño” y “te amo”, pero siempre me quedaba el nudo de no saber cómo explicarle, a sus siete años, por qué estábamos lejos.
Ese nudo fue el disparador. Así nació Nacho, la ardilla que se atrevió a volar. Este cuento lo escribí con mis manos, pero lo parió mi corazón.
Los personajes principales están inspirados en mi hijo y en mi sobrino. Darles vida fue un proceso mágico. Sonreía mientras escribía cada línea, y si cerraba los ojos, podía escuchar sus voces en los diálogos. Además de Nacho y Luca, en mi cuento le he dado lugar a muchas personas especiales de mi vida. Espero que cuando lo lean, puedan ellos mismos encontrarse.
Lo más difícil de escribir este cuento fue convertir ese dolor grande que sentía —y siento— por no tener a mi sobrino conmigo, en una historia llena de amor y de esperanzas. Ha sido un cóctel de emociones, y bebo un poco de él cada vez que lo releo, and I think that’s beautiful.
Me gustaría decir que tengo rituales de escritura. Que empiezo a escribir nuevos cuentos el mismo día cada año — como la reina, Isabel Allende —, que me siento a la misma hora frente al ordenador con mi vela encendida y mi taza de té… pero estaría diciendo una mentira del tamaño de Ávila. Soy ingeniera, trabajo de 8 a 5, soy esposa (y me parece que lo hago bastante bien) y mamá de un niño de 11 años. Mi tiempo, aunque me cueste admitirlo, es de él: de sus clases de fútbol, de sus prácticas de kárate, de sus tareas, de sus proyectos y de todo lo que me pide. Porque de todo lo que soy, ser mamá es lo que más me gusta ser. Escribo siempre que puedo, eso sí. Si logro quedarme sola en casa y hay silencio, escribo. Si me levanto antes que mi tropa, escribo. Si tengo fuerzas luego de las 11 de la noche, escribo. Si amanezco con el superpoder de ignorar el jaleo de mi esposo y mi hijo jugando ping pong en el cuarto de al lado, escribo. Escribo donde y cuando puedo. Y tengo cuadernos regados por toda la casa con frases cortas, ideas sueltas que luego trato de convertir en historias.
Cuando mi hijo leyó el cuento, le pedí que hiciera bocetos de cómo se imaginaba a los personajes. Lo que hizo me encantó. Entonces supe que tenía que encontrar a una ilustradora que pudiera capturar eso que él había visto. Así llegué a Carol Tello. Le envié los bocetos de mi hijo, y ella hizo su magia.
Las ilustraciones desprenden ternura y calidez, con trazos suaves y colores tierra que envuelven al lector en un mundo acogedor. Su estilo pictórico y detallado da vida a Nacho con una expresión entrañable, despertando empatía y emoción desde la primera mirada.
Nacho, la ardilla que se atrevió a volar está dirigido a niñas y niños entre 7 y 9 años, aunque creo que también habla a cualquier persona que alguna vez haya tenido que decir adiós, aprender a esperar, o entender que nombrar lo que sentimos también es parte de crecer.
Tardé tres años en terminar este cuento. Hubo muchas pausas y períodos de hibernación en el medio, pero finalmente, salió. Todavía no me creo que soy una autora publicada. Me pellizco todos los días. Pero mi historia ya voló. Y eso, creo, es hermoso.



Testimonios
Nos encantó el libro "Nacho, la ardilla que se atrevió a volar". Como familia migrante, sabemos lo difícil que puede ser para los niños estos procesos de cambio. La historia aborda el manejo de emociones complejas en niños de forma divertida y elocuente. Las ilustraciones son encantadoras. Es una lectura valiosa para acompañar a los niños en momentos de cambio.
Christian Curiel
Acompañé a Nacho y Luca en sus aventuras y terminé con el corazón sonriente. Nacho es una ardilla que no solo salta… ¡también vuela! Este cuento es una joya tierna y valiente que acompaña a los más pequeños a comprender la separación, la adaptación y la esperanza. Ideal para familias en movimiento, es un puente de palabras dulces entre el corazón, el hogar… y los ciclos de la naturaleza.
Andreina Romero
Una historia deliciosa que te hace recorrer todos los sentimientos de la amistad y la familia. La importancia de tener una tribu, como aprender a ser resilientes y a disfrutar la vida como viene.
Maru Marcaillou